Trayecto hasta el Rockefeller Center, parada de rigor en un Starbucks, y al rascacielos donde tras un rato de cola, subimos al mirador del rascacielos, conocido como Top of the Rock. Hace un día claro, el cielo está límpido, azul, con alguna nube algodonosa aquí y allá. No hay demasiada gente, se puede subir y bajar libremente entre tres niveles distintos de mirador mediante escaleras mecánicas, hay dos tiendas distintas a las que entrar en cualquier momento y bancos donde sentarse.
Definitivamente mejor montado que el Empire State. Tras estar un rato haciendo fotos y disfrutando de la vista, bajamos y una calle más allá está la tienda de Nintendo, con dos pisos de merchandising, videojuegos, consolas...
A la salida, ya no queda tiempo para mucho más que comer en el Shake Shak de la Central Station, y metro de nuevo al apartamento a coger las maletas y esperar a que nos recoja el minibus del primer día.
Nos deja en el aeropuerto, delante de la terminal de Alitalia; hacemos check-in y facturamos maletas, miramos las cuatro tiendas del duty free, picamos algo para fundirnos los últimos dólares en efectivo que llevamos, y a las 10 de la noche embarcamos despegando casi una hora más tarde por culpa de retrasos en los despegues. La aventura neoyorkina termina aquí. A nosotros aún nos quedan varias horas de vuelo, un cambio horario de 6 horas adelante en el tiempo, un enlace de avión en Roma y alguna hora más hasta aterrizar en Barcelona.
Pero esto ya, es otra historia...